Historia de Internet – Club Manhattan

-Introducción

Para comprender el actual entorno digital, es preciso plantear un recorrido histórico-político de Internet, poniendo en relación los momentos históricos con las ideologías predominantes.

Pero antes, la pregunta necesaria es ¿qué es Internet? Sin entrar en demasiados tecnicismos podemos definirlo como un “conjunto descentralizado de redes de comunicación interconectadas”. Es decir, una serie de tecnologías que permiten el intercambio de paquetes de información en forma de datos. Este intercambio fue posible gracias a los protocolos (conjunto de reglas que permiten dicho intercambio) TCP/IP (Transmission Control Protocol/Internet Protocol). El más conocido de estos protocolos es el HTTP (Hyper Text Transfer Protocol), que podemos ver en las URL (Uniform Resource Locator) y que es el fundamento de la World Wide Web. Importante en este punto destacar que la WWW no es Internet, solo una de esas partes. Otros protocolos son el FTP (File Transfer Protocol) para transferir archivos; y POP (Post Office Protocol) y SMTP (Simple Mail Transfer Protocol) ambos utilizados para enviar y recibir correos electrónicos. Conforman la obra intelectual más grande la humanidad con más de 8500 protocolos, publicados además en abierto, es decir, que cualquiera con el conocimiento necesario puede utilizarlos para crear otros nuevos. De ahí su nombre, que denota su puesta en común para ser comentado por los demás. Esto indica que Internet tiene en su concepción el espíritu de los científicos que lo pusieron en marcha, con la intención de que estuviese abierto a todo el mundo, como veremos más adelante.

0.- Creación

Hay cierto mito en torno a la creación de Internet, sin embargo, la opinión mayoritaria coincide en que su creación responde a que la RAND Corporation, el think tank de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos creado durante la Guerra Fría con la URSS, se enfrentó a un extraño problema estratégico en plena carrera militar y tecnológica. ¿Cómo se podrían comunicar con éxito las autoridades norteamericanas tras una guerra nuclear? La América postnuclear necesitaría una red de comando y control enlazada de ciudad a ciudad, estado a estado, base a base. Pero sin importar cómo esa red estuviera de protegida, sus líneas y equipos siempre serían vulnerables al impacto de bombas atómicas. Un ataque nuclear reduciría cualquier red imaginable a pedazos. ¿Cómo sería controlada esa red? Cualquier autoridad central, cualquier núcleo de red centralizado sería un objetivo obvio e inmediato para un misil enemigo. El centro de la red sería el primer lugar a derribar. La RAND le dio muchas vueltas a este difícil asunto en secreto militar y llegó a una solución atrevida: la red *no tendría autoridad central; sería **diseñada desde el principio para operar incluso hecha pedazos.

Los principios eran simples. Se asumiría que una red era poco fiable en cualquier momento. Se diseñaría para trascender su propia falta de eficacia. Todos los nodos en la red serían iguales entre sí, cada nodo con autoridad para crear, pasar y recibir mensajes. Los mensajes se dividirían en paquetes, cada paquete dirigido por separado. Cada paquete saldría de un nodo fuente específico y terminaría en un nodo destino. Cada paquete recorrería la red según unos principios particulares.
La ruta que tome cada paquete no tendría importancia. Solo contarían los resultados finales. Básicamente, el paquete sería lanzado de un nodo a otro, más o menos en dirección a su destino, hasta acabar en el lugar adecuado. Si grandes porciones de la red fueran destruidas eso simplemente no importaría; los paquetes permanecerían en la red en los nodos que hubieran sobrevivido. Este sistema de envío tan arbitrario podría parecer “ineficiente” en el sentido usual del término (especialmente comparado con, por ejemplo, el sistema telefónico).

Durante los 60, este intrigante concepto de red de conmutación de paquetes descentralizada y a prueba de bombas caminó sin rumbo entre el RAND, el MIT (Masachussets Institute of Technology) y UCLA (University of California in Los Angeles). El Laboratorio Nacional de Física (National Physical Laboratory) de Gran Bretaña preparó la primera red de prueba basada en estos principios en 1968. Poco después, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada del Pentágono (ARPA) decidió financiar un proyecto más ambicioso y de mayor envergadura en los Estados Unidos. Los nodos de la red iban a ser superordenadores de alta velocidad (o lo que se llamara así en aquel momento). Eran máquinas poco usuales y de mucho valor y que estaban necesitadas de un buen entramado de red para proyectos nacionales de investigación y desarrollo.
En el otoño de 1969 el primero de esos nodos fue instalado en UCLA. En diciembre de ese año había cuatro nodos en la pequeña red, que se llamó ARPANET (Advanced Research Project Agency Network) después de que fuera promocionada por el Pentágono. Los cuatro ordenadores podían transferir información sobre líneas dedicadas de alta velocidad. Incluso podían ser programados remotamente desde otros nodos. Gracias a ARPANET, científicos e investigadores podían compartir las facilidades de otros ordenadores en la distancia. Era un servicio muy útil ya que el tiempo de proceso de los ordenadores en los 70 era algo muy codiciado. En 1971 había quince nodos en ARPANET; en 1972, treinta y siete. Todo iba perfecto.

En su segundo año de operatividad, sin embargo, algo extraño se hizo patente. Los usuarios de ARPANET habían convertido la red en una oficina de correos electrónica de alta velocidad subvencionada federalmente. La mayor parte del tráfico de ARPANET no era el proceso de datos a largas distancias. En vez de eso, lo que se movía por allí eran noticias y mensajes personales. Los investigadores estaban usando ARPANET para colaborar en proyectos, intercambiar notas sobre sus trabajos y, eventualmente, chismorrear. La gente tenía sus propias cuentas personales en los ordenadores de ARPANET y sus direcciones personales de correo electrónico. No es que sólo utilizaran ARPANET para la comunicación de persona a persona, pero había mucho entusiasmo por esta posibilidad — mucho más que por la computación a larga distancia.

Eso no pasó mucho antes del invento de las listas de distribución, una técnica de emisión de información por ARPANET mediante la cual un mismo mensaje se podía enviar automáticamente a una gran cantidad de subscriptores. Es interesante que una de las primeras listas de distribución masivas se llamara “Amantes de la Ciencia Ficción” (SF- LOVERS).

Vemos, entonces, una relación entre el ámbito militar y el académico, en el que el segundo está subordinado al primero. El momento y el lugar en los que se puso en marcha el embrión de Internet (finales de los 60 y California) coincidió con las protestas globales del 68, que tuvieron en California precisamente uno de sus puntos de referencia. Concretamente, el movimiento estudiantil fue uno de los grandes movilizadores de estas manifestaciones. Originalmente lo que lo motivó fue comprender que el conocimiento estaba sometido a la guerra, en aquel momento a la invasión de Vietnam por parte de EE.UU. Esta relación de subordinación tiene un precedente directo muy importante en la II GM: el Proyecto Manhattan. El gobierno estadounidense convenció a un grupo de científicos para que realizasen la bomba atómica, con la excusa de que los nazis podrían adelantárseles. El resultado de esta historia fueron las dos bombas que EE.UU lanzó sobre Hiroshima y Nagasaki (Japón) para concluir la guerra. Desde entonces, ante la responsabilidad de los científicos en una de las mayores atrocidades cometidas por el ser humano despertó la necesidad de independizar el conocimiento científico de sus usos militares. Este proceso, como decíamos, culminó en el 68 y, paradójicamente, fue Internet el invento mediante el que se trató de llevar a cabo, con relativo éxito. Sin embargo, mientras que el Internet abierto y al servicio de la sociedad que propugnaban los científicos se liberaba del poder militar, otro poder, el económico, le echaba el ojo y comenzaba una operación para ponerlo al servicio del lucro del sector empresarial.

Vamos a explorar brevemente la relación entre la contracultura californiana y la recién nacida cibercultura a finales de los 60, para avanzar en este repaso histórico de Internet, centrándonos en lo que, a menos hasta ahora, es el epicentro tecnológico del mundo, Silicon Valley (o uno de ellos, teniendo en cuenta que China está liderando la carrera tecnológica con su epicentro en la ciudad de Shenzen).

1.- Gestación

Internet nace en una época, los 60, marcada por una generación joven que se rebeló contra el modo de vida estadounidense que había imperado desde, al menos, el fin de la II GM: el american way of life. Ejemplos pioneros de ello son los escritores de la Generación Beat (William Burroughs, Allen Ginsberg, Jack Kerouac). Era una época de experimentación y liberación en todos los campos (sensorial-drogas, sexual, musical, político). Frente a la seriedad y la rigidez de la sociedad de consumo con sus instituciones tradicionales bien asentadas, la juventud puso en marcha un movimiento conocido como “contracultura”: un conjunto profundamente inestable de actitudes, tendencias, gestos, estilos de vida, visiones, placeres hedonistas, moralismos, negaciones y afirmaciones.

Este movimiento tuvo una aplicación expresamente política en la Nueva Izquierda, que rechazaba la ortodoxia dogmática del comunismo (soviético); y la cautela y el reformismo de la izquierda tradicional o socialdemocracia. Tenía un componente libertario que hacía hincapié en las acciones sociales más concretas que implicaran la libre participación y en la toma de decisiones en común. De ahí surgieron todo tipo de Nuevos Movimientos Sociales enfocados en el antimilitarismo, el feminismo, el ecologismo, el antirracismo, la diversidad sexual, el consumismo, etc.
Uno de los ejemplos más destacados es la organización estudiantil Free Speech Movement, en la Universidad de California en Berkeley, conocida por ser un foco de activismo radical. Una vez más, la oposición a la Guerra de Vietnam fue uno de los polos de mayor movilización social. También tuvieron un papel muy importante las experiencias psicodélicas y lisérgicas que se extendieron como métodos para ampliar la capacidad sensorial y “abrir las puertas de la percepción”.

Aunque California no fue el único foco de la contracultura estadounidense, también ciudades como Nueva York y Chicago, quizás fue San Francisco (Silicon Valley se encuentra ahí) el lugar más efervescente. Fue un caldo de cultivo para desarrollar propuestas que hicieran hincapié en la democracia local, la justicia social, la formaciones de comunidades, la transgresión de los roles de género, y la experimentación artística. Sirvió de inspiración para la ola de protestas globales del 68 que mencionamos anteriormente y que tuvo destacados episodios en París, Praga, Tokyo y México.

En este contexto, Silicon Valley que, como decíamos, había estado ligada a la industria armamentística-militar en las últimas décadas, rompió con esta dinámica, convencidos de que las tecnologías digitales tenían un componente emancipador. Se oponían frontalmente dos modelos: uno autoritario y centralizado, con un fuerte componente jerárquico; frente a uno libertario y descentralizado, enfocado en romper con las jerarquías y liberar a los humanos. Algunos de los pioneros de este segundo modelo (Steward Brand, The Whole Earth Catalogue, 1968-1972) comparaban la aparición de las computadoras con el LSD, y veían en ellas unas herramientas revolucionarias para desinstitucionalizar y desintermediatizar a la sociedad y empoderar a los ciudadanos. Sería la comprensión de la informática como un ámbito de alcance micropolítico. Es este el origen de la cibercultura, basada en la mediación horizontal, las radios comunitarias, revistas especializadas alternativas (fanzines), clubs de vídeo y de computadoras.

En aquel momento surge también lo que se conoce como el espíritu y la ética hacker. Este término, a pesar de la desvirtuación intencionada a la que se le ha llevado en la actualidad, tenía un sentido originario bien diferente y mucho más positivo. Hacker proviene de ‘hack’ (que viene a decir ‘golpe’ ‘corte’ o ‘hachazo’, en el sentido de una intervención ingeniosa que mejora la dinámica que se esté llevando a cabo). Por tanto, en sentido estricto, un hacker es aquel que tiene pasión y curiosidad por algo y cuyo objetivo es mejorar aquello que se ha encontrado: un carpintero puede ser un hacker. La finalidad de los hackers es liberar el conocimiento para ponerlo a disposición de los demás, de modo que puedan participar en su progreso.

-El acceso a las computadoras (y cualquier cosa que enseñe cómo funciona el mundo) debe ser ilimitado y total. Desmontar y construir sobre lo preexistente.

-Toda la información debe ser libre. En inglés sería free como ‘libre’, no como ‘gratuito’, como señala Richard Stallman, fundador del movimiento por el software libre. (0. Libertad para ejecutar el programa, con cualquier propósito; 1. libertad para estudiar cómo trabaja el programa y cambiarlo según las necesidades; 2. libertad de redistribuir copias; 3. libertad de mejorar el programa y publicarlo con las mejoras; acceso al código fuente en 1 y 3).

-Desconfianza en la autoridad y promoción de la descentralización.

-Juzgar por las capacidades no por títulos, edad, raza, sexo, o clase.

A lo largo de la década de los 70 se forman así las primeras comunidades (virtuales y no virtuales) de hackers (originadas en Boston pero también en California) en una suerte de comunitarismo digital.

Sin embargo, esta intención comunitaria fue desintegrándose, en paralelo a la la irrupción del neoliberalismo (Thatcher y Reagan). La década de los 80 fue virando esta cibercultura hacia el individualismo más extremo y la apertura de las tecnologías informáticas a la sociedad impulsadas por el espíritu hacker tuvo que pasar por el mercado. De estas comunidades pasamos a figuras destacadas que tenían una autoconcepción profética o mesiánica. Gracias a sus avances e invenciones en este campo, liberarían a las masas de su esclavitud. Surgió la figura del emprendedor libertario: un genio visionario opuesto a la autoridad y a las normas, e impulsado por su inspiración premonitoria que conduciría a la sociedad hacia el horizonte salvador.

Clip del lanzamiento del Mac en 1984 sobre la obra de Orwell.

La Rebelión de Atlas (Ayn Rand): segundo libro más influyente de EE.UU tras la Biblia

2.- Nacimiento

Con este panorama, la década de los 80 fue el último periodo de gestación antes del nacimiento de Internet en la década de los 90. En 1990, Tim Berners-Lee puso a punto el protocolo HTTP que permitió el desarrollo de la World Wide Web, el objetivo era permitir el intercambio de información entre investigadores mediante sus computadoras. Pero una voluntad política determinada se apoderó de esta tecnología para ponerla al servicio de los poderes económicos.

En los 90 se consolidó la ‘ideología californiana’ una mezcla de neoliberalismo y hippismo. Por extraña que parezca esta fusión, bastaba con compartir dos de sus pilares ideológicos: el rechazo a la burocracia gubernamental y al Estado; y la creencia en la auto regulación y auto gestión. Por tanto, en California se combina una orientación sociopolítica y cultural progresista en cuanto a libertades individuales y civiles, con una economía ultra capitalista que tiene como dogmas el crecimiento, la competencia y la innovación.

La caída de la URSS y el consecuente fin de la Guerra Fría llevaron a Estados Unidos a implantar su proyecto de hegemonía mundial en esos años, conocido como la Globalización. En este proyecto, Internet iban a jugar un papel fundamental para interconectar al mundo entero, eso sí, bajo los parámetros impuestos por EE.UU, los del libre mercado.

En aquella época, en 1993, la presidencia de EE.UU la ocupó Bill Clinton, con Al Gore como vicepresidente, quienes no andaban lejos de esta ideología, en su forma socioliberal. Al Gore y la High Performance Computing Act: liderazgo ee.uu en las TIC mediante red de banda ancha nacional para la inv y la edu. Ya en el poder, pusieron en marcha las ‘autopistas de la información’. Una vez colonizado el mundo físico, hubo que pasar a colonizar el mundo virtual para continuar la expansión y permitir un aumento del crecimiento económico.

En el 1 de enero de 1994, el día que México llegaba al Primer Mundo con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, miles de indígenas mayas tomaron siete cabeceras municipales del estado sureño de Chiapas. Con el amanecer, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) inició un levantamiento armado que removió la política mexicana (y posteriormente la mundial) y difundió su “Declaración de la Selva Lacan-dona”, donde exponen sus motivos y declaran la guerra al gobierno mexicano exigiendo “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia,justicia y paz”. La respuesta del gobierno es aceptar la guerra y enviar toda su fuerza a Chiapas, con el consiguiente camino de represión y muerte. Por su parte, la reacción de la sociedad civil mexicana fue salir a la calle y manifestarse por todos los medios para que pa-rase la guerra y el gobierno escuchase a los indígenas rebeldes. Uno de esos medios era Internet.

Y fue el inicio de la rebelión zapatista, que tuvo a Internet como una de sus armas más novedosas.Así, el zapatismo utilizó la Red para difundir su mensaje y mantener conversaciones con cientos de actores sociales de todo el mundo, siendo la primera vez que un movimiento político lo utilizaba de forma masiva para comunicarse con el mundo, es decir, dando un uso político alternativo a la Red. Un Internet de denuncia, de rebeldía,de lo social… más allá del uso académico o comercial.El levantamiento zapatista se produjo en una zona muy específica: Chiapas, aunque desde allí llegó al mundo. Los y las zapatistas, principalmente mediante la Red, pudieron romper el intento del gobierno mexicano por aislarlos y alcanzar también a otros movimientos sociales y políticos de México y de todo el mundo.

Subcomandante Marcos, el pasamontañas y el anonimato (Anonymous)

En paralelo, Estados Unidos seguía con su proyecto de crecimiento económico mediante el ciberespacio. La ‘net economy’ fue el periodo en el que nacieron la mayoría de las corporaciones digitales que conocemos hoy, y muchas que se han quedado por el camino (a excepción de Microsoft y Apple). Por aquel entonces nació Yahoo. También Amazon, originalmente una plataforma destinada a la venta de libros, primera empresa de comercio electrónico a nivel industrial. En 1998 surgió Google, como un motor de búsqueda que indexaba los enlaces en función de su popularidad. Comenzó en ese momento, aunque tímidamente, el modelo de negocio de la publicidad online, mediante banners que aparecían en las páginas web.

Se crearon infinidad de empresas que basaban su modelo de negocio en el entorno digital, dando rienda suelta a las inversiones de capital. Se fue creando así la burbuja de las puntocom. Dos ejemplos que dan cuenta de esta locura: Yahoo entró en Bolsa en mayo de 1997 por valor de 848 millones. En ese momento Amazon valía 438. En primavera de 1998, un año después, ambas cotizaciones se habían cuadruplicado. Y entre septiembre de 1998 y marzo de 2000 esto fue, a grandes rasgos, lo que le ocurrió a todas estas empresas de la ‘net economy’. Debido al exceso de proyectos y a la asunción excesiva de riesgos, en marzo de 2000 Nasdaq, en el pico, se derrumbó en una caída propocionalmente similar a la de 1929.

En paralelo, volviendo a los usos políticos de Internet, en 1999 tuvo lugar la Contracumbre de Seattle. Fueron unas movilizaciones conocidas como antiglobalización o altermundialistas entre el 29 de noviembre y el 3 de diciembre de 1999 que se oponían a las organización de gobernanza global como la Organización Mundial del Comercio, el Fondo Monetario Internacional y el G8, habiendo percibido ya los efectos precarizados de los tratados de libre comercio, como el NAFTA.,el mismo contra el que se habían rebelado los zapatistas, precisamente. Estas protestas son, así, , herederas del zapatismo y están fuertemente influenciadas por él. En Seattle se crea una red global de contrainformación llamada Indymedia (Independent Media Center). Utilizan Internet para crear webs abiertas a la contribución de cualquiera para que se creasen flujos de información alternativa y así esquivar el control de los medios de comunicación tradicionales.

Esta herencia fue la que experimentamos en España con los atentados del 11M, cuando el gobierno del PP de Aznar trató de difundir la mentira de que fue ETA a través de los medios tradicionales y gracias a estas redes de comunicación alternativas y tecnologías como los SMS (Pásalo) conseguimos la ciudadanía, de manera autónoma, logró desmontarla y hacer llegar la verdad a toda la sociedad, lo que desembocó en las manifestaciones del 13M y la derrota del PP en las elecciones en favor del PSOE de Zapatero. El primer momento tecnopolítico en España.

3.- Crecimiento

Volviendo un poco en el tiempo, otro atentado yihadista marcó el inició de una nueva época en la Red, tras el fracaso estrepitoso de la ‘net economy’. Me refiero, claro, al 11-S de 2001. Este suceso, permitió a EE.UU identificar un enemigo (tras el fallido periodo de unipolaridad posterior al fin de la Guerra Fría) en el terrorismo islámico. Además, esto dio pie a una paranoia securitaria que, mediante la Patriot Act, justificó la implantación de sistemas de vigilancia e intercepción de los flujos comunicativos digitales a escala global. Se inició entonces otra locura, ya no empresarial-económica, si no gubernamental-política. La relativa al control y recolección de todos los datos que circulaban por el entorno digital. Esto fue posible gracias a todo el trabajo de expansión de las ‘autopistas de la información’ en la etapa previa y a que las empresas conservaban masas de información sobre los usuarios de sus servicios.

Muchos años más tarde, en 2013, Edward Snowden revelaría el entramado de empresas que colaboraban con el Gobierno estadounidense cediéndole información sobre sus usuarios.

Así, desde comienzos del siglo XX se desarrolló un modelo de negocio que se enfocaba principalmente en la captura de la atención de los navegantes, en el que aún nos encontramos a día de hoy. Se comenzó a monitorear con mayor intensidad la actividad digital. La economía digital viró así hacia una industria de la interpretación de las conductas. En lugar de centrarse en el comercio electrónico, la economía digital se enfocó en recolectar masivamente los rastros de datos que los usuarios vamos dejando -inconscientemente la mayoría- mientras navegamos. Se empezaron a crear gigantescas bases de datos de información personal con alto valor comercial. Así, la economía del conocimiento (otro concepto pomposo como las autopistas de la información que se supone se refería a la capacidad de los usuarios para aportar creativamente y enriquecerse de esa inteligencia colectiva) básicamente consiste en conocer a los usuarios para poder endosarles la publicidad más precisa e incitarles así al consumo. Sería algo así como la economía del conocimiento de los comportamientos.

En la primera década del siglo XX, bajo este modelo surgió la web 2.0. , un nuevo concepto de página web caracterizada por la interactividad, la colaboración y el diseño centrado en el usuario. Así se entiende mejor que al amparo de esta nueva tecnología y recuperando la retórica de las comunidades virtuales y los ciberforos de los 70 se crearan las -mal llamadas- redes sociales (más bien comerciales, privativas, etc). En este tipo de webs los usuarios no solo podían acceder a la información, es decir, consumirla, si no también producirla sencillamente (subir fotos, textos, vídeos, etc). Así emergió la figura del prosumidor. En ese momento aparecen en escena otros gigantes digitales como Youtube, Facebook y Twitter. Bajo la retórica de ser ‘medios sociales’ podían acumular enormes cantidades de datos con las que comerciar con las empresas que quisieran insertar su publicidad en estas plataformas. Además, la información no se reducía a los clicks, si no que también revelaba gustos, opiniones, preferencias, etc. De este modo la capacidad de perfilar los mensajes publicitarios se potenciaba exponencialmente.

Como es bien sabido, el ciclo de movilizaciones que va de la Primavera Árabe a los Occupy (Wall Street, London) pasando por el 15M puede ser hilado con el ciclo del 68 y guarda fuertes similitudes ideológicas y organizativas con los zapatistas y los altermundialistas. Hasta ahora venimos destacando el papel de Internet y las tecnologías digitales en este tipo de movimientos emancipatorios. En 15M y cia. Las tecnologías utilizadas principalmente fueron Facebook y Twitter, tanto para la comunicación como para la coordinación de las manifestaciones. Toca entonces hacer hincapié en la necesidad de restarle importancia a su papel. Fue un uso imprevisto para una herramienta que no estaba pensada para eso. Denominar a estas movilizaciones históricas ‘Revoluciones de Facebook y Twitter’ como a menudo se les ha llamado, es un error. En primer lugar, porque legitima a estas corporaciones, que así pueden jactarse del bien que hacen y lo positivas que son para el mundo. En segundo, porque coloca en segundo plano el elemento humano y colectivo, es decir, la voluntad de las personas de encontrarse para manifestar su malestar y encontrar soluciones a los problemas sociales, económicos y políticos, en común. En tercer lugar, provoca cierto conformismo pues se crea la tentación de pensar que por el simple hecho de hacer un click, retweeteando, compartiendo, dándole a me gusta a una publicación, estamos siendo “revolucionarios” o, al menos, activistas. Esta tendencia es la que se conoce como “clicktivismo” o “slacktivismo” (activismo de sofá). En cuarto y último lugar, porque obvia el componente de mercantilización de las comunicaciones y de privatización del espacio en el que tiene lugar el debate público. En esta última encontramos una de las principales diferencias con el uso tecnopolítico de los altermundialistas con Indymedia: la propiedad de la infraestuctura.

Este ciclo es un ejemplo de utilización de plataformas como Facebook para convocar a una cantidad masiva de gente a la calle, para retomar el contacto físico y tomar (auto)conciencia de la potencia de los cuerpos cuando se juntan. Pero, a fin de cuentas, Twitter y Facebook no dejan de ser herramientas que están más al servicio del vigilante que del vigilado. Un ejemplo en el que se ve claramente es en la movilización social precursora de la Primavera Árabe. en 2009 en Irán (conocida por Revolución Verde o Primavera Persa), que fue precursora de la Primavera Árabe que mencionamos anteriormente. Twitter -cuyo origen está en un programa inventado por activistas estadounidenses para coordinar protestas mediante el teléfono móvil llamado TXTMob- por primera vez jugó un papel clave en una rebelión contra el poder establecido. Sin embargo, no hay que olvidar que Twitter no es neutral, si no que se trata de una empresa estadounidense. Jared Cohen, consejero de lucha antiterrorista, especialista en Oriente Medio, para la Secretaría de Asuntos Exteriores del Gobierno de los Estados Unidos contactó a Twitter para que mantuviera operativo su servicio en Irán. Actualmente Cohen dirige Jigsaw, la incubadora de empresas propiedad de Google, y escribió un libro con Eric Schmidt, ex CEO de la empresa, titulado The New Digital Age (La Nueva Era Digital).

Tanto para la recolección masiva y constante de datos como para la organización descentralizada de movilizaciones sociales hay un punto de inflexión en esta época que es la aparición del smartphone, concretamente del iPhone, en 2007. Así, estábamos conectados ininterrumpidamente. Fue el punto de partida para la emergencia de la economía de las aplicaciones (app, de apple). Esto permitió que fuera menos necesario saber programar y cualquiera con una ‘buena idea’ podía implementarla. Esta ‘democratización’ de las empresas en forma de start-ups tenía que pasar por el filtro de Apple y, mas tarde, de Google (mediante Android), lo que les ha dado un poder enorme sobre los servicios que utilizamos en el móvil [paquete de Android con apps predeterminadas para el espionaje].

Complementariamente a la acumulación de bases de datos masivas (Big Data) y la economía de las aplicaciones surgió otra tercera pata de esta industria tecnológica: la Inteligencia Artificial. Empresas como IBM empezaron a desarrollar sistemas de recolección y tratamiento de datos para interpretar en tiempo real determinadas situaciones y actuar en consecuencia, sugiriendo soluciones efectivas. Así se inaugura el período de administración algorítmica de las cosas.

Así, la industria tecnológica queda de la siguiente manera: en la base hay una generación masiva de datos mediante nuestra interactividad en el entorno digital; este Big Data es interpretado por máquinas de IA en continua mejoría; con ellas se elaboran sistemas destinados a responder a cada acontecimiento y cubrir todos los aspectos vitales (movilidad, salud, alimentación, ocio, etc); estos sistemas se traducen en servicios que aseguran nuestra continua interactividad para seguir generando más datos y hacer girar esta rueda a perpetuidad.

https://www.clubmanhattan.rocks/

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *