Aprovecho para difundir este impecable texto de la comunidad de La Canica.
Introducción.
¿Somos nosotros
quienes tenemos dinero o es el dinero quien nos tiene a nosotros? Es
difícil precisar en qué medida una comunidad manipula dinero o en
qué medida el dinero manipula a la comunidad. Sabemos que un dinero
acumulable y sin fecha de caducidad fomenta el acaparamiento y el
egoísmo en la comunidad. También sabemos que un dinero anónimo
enerva el individualismo y la desconfianza y que un dinero que se
reproduce a sí mismo incesantemente, al ritmo vertiginoso de un
interés compuesto, empuja a la producción y el consumo desbocados y
al agotamiento de los recursos naturales de la comunidad.
La influencia del
dinero sobre nuestro inconsciente es más profunda de lo que nos
gustaría aceptar. Frases como mi hijo vale mucho, la fruta es
beneficiosa para la salud o cuesta muy poco ser amable revelan el
grado de polución del lenguaje que usamos inconscientemente. En el
envoltorio de cada una de estas frases advertimos que hay
conservantes y colorantes del capitalismo, trazas de euros y de
dólares. Lo que se dice en estas frases de Juan, de la fruta o las
relaciones de vecindad en contextos tan aparentemente desprendidos
del dinero (el amor filial, lo saludable y la amabilidad) está
inconscientemente intervenido por tres magnitudes económicas que se
miden con dinero: valor, beneficio y coste 1.
El dinero ha
contaminado el lenguaje, el río del que bebe nuestro pensamiento. No
es nada nuevo. Lo lleva contaminando desde hace miles de años. Desde
antes de que conociéramos la escritura 2.
Por ejemplo, la costumbre de usar el genérico patriarcal nosotros
para referirnos a colectivos de hombres y mujeres tiene mucho que ver
con el dinero. El patriarcado se nutrió en su origen de la
conversión de la mujer en dinero 3.
Literalmente en dinero, no es una metáfora. También los hombres se
convertían en dinero pero la mujer era una moneda mucho más
apreciada por la razón de que podía engendrar más monedas de la
nada. Esta es la lógica que se esconde detrás del interés del
dinero, esa reproducción milagrosa de un euro mensual a partir de
diez euros prestados, y viene de los tiempos en que el dinero que se
prestaba podía quedarse preñado de verdad 4.
El dinero y el
lenguaje son como nuestra respiración, funciones que operan a un
nivel inconsciente la mayor parte del tiempo. En otras palabras, que
operan más sobre nosotros que nosotros sobre ellas 5.
La respiración es
una función corporal inusual, ya que es a la vez involuntaria y
voluntaria.
La respiración se
gestiona en el inconsciente, pero en cualquier momento podemos tomar
los controles y conscientemente cambiar la forma en que respiramos.
Podemos hacer nuestra respiración superficial o profunda, rápida o
lenta, o podemos optar por dejar de respirar por completo (hasta que
no podamos más y el inconsciente se haga cargo de nuevo) 6.
Gracias a la moderna
tecnología científica ha quedado ya acreditado lo que millones de
personas practicantes del arte de respirar bien han sabido desde hace
milenios: que las técnicas de respiración consciente mejoran el
rendimiento intelectual y el bienestar físico y emocional; previenen
enfermedades cardiovasculares e intestinales; combaten el estrés,
etc. La utilidad del aprendizaje y ejercicio del control consciente
de la respiración no requiere demostración. Quién más y quién
menos ha aplicado alguna vez en su vida alguna técnica de control
consciente de la respiración para concentrarse, aplacar un episodio
de ira o parar un ataque de pánico La idea es simple y funciona: si
el estrés, la ira y el pánico agitan nuestra respiración, una
respiración pausada nos llevará de vuelta a un estado de calma y
relajación.
Pues bien, cuando
usamos en un discurso el genérico femenino nosotras en lugar del
genérico masculino nosotros, estamos aplicando exactamente el mismo
principio: Estamos llevando al plano consciente nuestro lenguaje
inconsciente. Y funciona. Notamos que el patriarcado disminuye en
nosotras como el pánico disminuye en quien respira hondo.
Hace año y medio,
la RCA decidió promover la creación de una moneda llamada canica.
Una moneda no acumulable y de uso estrictamente nominal que no
produce intereses. Lo que la RCA intenta probar, siguiendo el
procedimiento aplicado con éxito con la respiración y el lenguaje,
es si el uso de dinero con estas características puede contribuir a
la formación de comunidades solidarias, cooperativas y cuidadosas
con el medio ambiente.
Aún es pronto para
sacar conclusiones -la canica se hizo pública en febrero de 2015-
pero en este año y medio de preparación y ensayo interno de la
canica hemos podido constatar ya la profunda conexión del dinero con
el lenguaje. La canica es una moneda libre, diseñada para que nadie
la pueda tener. Es imposible tener canicas. Sin embargo, todavía
después de año y medio nos seguimos viendo con canicas cuando
anotamos un intercambio en nuestra cuenta. Este fenómeno por el que
vemos canicas que no se pueden alcanzar con la mano es un espejismo
del lenguaje, es el lenguaje engañando a nuestros sentidos y a
nuestra razón. Nuestro lenguaje inconsciente no está programado
todavía para una moneda que no se puede tener y continúa poniendo
automáticamente en nuestra boca un tengo antes de la cuantía y la
divisa (tengo 10 euros, tengo 10 dólares, tengo 10 canicas, etc.) Lo
asombroso es que, probablemente, todo el sistema de emisión de
moneda capitalista controlado por bancos y estados dependa de este
automatismo del lenguaje. Esa es la conclusión a la que hemos
llegado nosotras, al menos, hacia el final de este artículo. Pero
antes es importante que expliquemos por qué nadie puede tener
canicas.
No podemos tener
canicas.
Los manuales
convencionales de economía suelen definir el dinero como un medio de
cambio con dos funciones, medida de valor y reserva de valor.
No consideran como
una tercera función del dinero su utilidad como medio de cambio sino
que consideran que el dinero es en sí mismo un medio de cambio.
Tampoco parecen contemplar que las posibles funciones del dinero no
tienen por qué darse a la vez en una moneda. Enseguida veremos que
esta definición estándar está afectada por una miopía que sólo
alcanza a ver el dinero más cercano en el tiempo, las monedas
capitalistas (euros, dólares, etc.)
Para explicar por
qué no podemos tener canicas manejaremos nuestra propia definición
de dinero, una definición que no encontraremos en ningún manual
convencional:
El dinero es un
instrumento que puede servir indistintamente como medio de cambio de
productos, medio de acumulación de capital o unidad de medida de
valor por acuerdo libre de su comunidad de usuarios o por coerción
de una organización.
Efectivamente, el
dinero puede servir para tres cosas (medir el valor de productos 7,
acumular capital y como instrumento de cambio) pero estas utilidades
8
no tienen por qué darse en una sola moneda. Veamos:
El dinero oxidable
-también llamado de interés negativo porque se deprecia
periódicamente hasta que finalmente caduca- es una demostración muy
práctica de cómo una moneda puede ser extremadamente útil como
medio de cambio y al mismo tiempo completamente inútil como medio de
acumulación de capital. Los experimentos históricos con moneda
oxidable 9
sugieren además una conclusión incómoda para los escribanos de la
economía convencional: apuntan a que una moneda es tanto más
eficiente como medio de cambio cuanto menos eficiente sea como
reserva de capital. A fin de cuentas, tiene sentido que una moneda
que se pudre como una patata cambie de manos con mucha más fluidez
en el mercado que una moneda que no se estropea aunque la tengas
veinte años guardada en una caja.
Esta última imagen,
monedas canjeándose por productos en un mercado, vale mucho más que
mil palabras para explicar el funcionamiento del dinero como medio de
cambio. Es la imagen de la compraventa, un tipo de intercambio muy
particular entre dos partes una compradora y otra vendedora- que
concluye con una transacción muy específica: el pago. Más
concretamente, el pago con dinero. En una compraventa, el dinero
siempre cambia de mano entre las dos partes que cierran la
transacción. Decimos que el dinero actúa en esas transacciones como
medio de cambio porque es lo que materialmente se canjea por el
producto en venta.
Pero este no es el
caso de monedas que, como la canica, son creadas por comunidades con
sistemas de crédito mutuo 10.
La canica no tiene esa función de medio de cambio. En nuestra
comunidad no hay un comprador que entregue canicas a un vendedor. El
dinero nunca cambia de mano. No hay pago de ningún tipo 11.
La transacción siempre queda abierta. Lo que sucede en nuestra
comunidad es lo siguiente: cuando una socia da un producto a otra, se
anota en un sistema único de contabilidad pública el valor de ese
producto expresado en canicas. El valor se anota como crédito en la
cuenta de quien dio el producto y como débito en la cuenta de quien
lo recibió. Pongamos que quien entregó el producto se llama Laura y
quien lo recibió Jose y que el valor del producto en cuestión es de
diez canicas. La anotación contable de +10ç en la cuenta de Laura y
de -10ç en la cuenta Jose no significa que Jose le deba a Laura diez
canicas 12.
Significa que Jose le debe a la comunidad un producto por valor de
10ç y la comunidad le debe a Laura un producto por valor de 10ç.
Para obtener productos por valor equivalente a su crédito Laura
puede recurrir indistintamente a Jose (en un momento futuro 13)
o a cualquier otra socia que oferte productos en la comunidad cuando
quiera. Los intercambios en la comunidad no son bilaterales, como en
la compraventa, sino multilaterales. Por eso decimos que una
transacción siempre queda abierta en la comunidad, porque es un
eslabón de la siguiente transacción en una cadena de transacciones
en constante construcción.
Los intercambios
multilaterales vienen a ser una forma de socialización de deuda. En
lugar de cargar sobre Jose la obligación de devolver a Laura
productos y servicios por valor de 10ç, la comunidad entera asume
solidariamente esa obligación. El mismo principio rige si en lugar
de un libro se intercambia un piso valorado en 300.000ç. La
obligación de devolver a Laura productos por valor de 300.000ç
continúa siendo de la comunidad, no de Jose exclusivamente. No ha
habido compraventa. Laura no ha vendido su piso a Jose ni tiene
trescientas mil canicas. No ha habido pago. ¿Quiere decir esto que
la canica no está funcionando para Laura como acumulador de capital?
No. La canica estaría funcionando perfectamente como acumulador de
capital si a Laura le fuera fácil convertir su saldo acreedor otra
vez en bienes valorados en 300.000ç 14.
Lo que hace que el euro 15
sea una moneda que funciona tan bien como acumulador de capital no es
el hecho de que trescientos mil euros quepan en un maletín de mano
sino el hecho de que esos euros pueden convertirse muy rápidamente
en una casa valorada en 300.000, o tres coches valorados en 300.000,
etc. Tener trescientos mil euros o un crédito de productos y
servicios valorados en 300.000 es como no tener nada si no hay forma
de convertirlos en productos, bienes o servicios 16.
En conclusión, un
dinero que no funciona como medio de cambio ni como acumulador de
capital es, en rigor, una unidad de medida. Sirve para medir valores,
igual que el kilo sirve para medir pesos o el metro sirve para medir
longitudes 17.
No se pueden tener canicas por la misma razón que no se pueden tener
metros o kilos. Se puede tener una tela de 5 metros de longitud y un
1 kilo de peso valorada en 20 canicas. Pero decir tengo 20 canicas
una vez que intercambias la tela es dejar una frase inacabada, tan
incompleta como tengo 5 metros o tengo 1 kilo. En nuestro lenguaje
consciente, las canicas deben ir siempre en relación a aquello que
mide, bienes y servicios, como hacemos con los kilos y los metros. Es
el lenguaje del capitalismo quien habla por nosotras cuando decimos
en voz alta tengo canicas. Dicho de un modo más inquietante, es el
capitalismo quien nos piensa cuando decimos tengo canicas.
Se estima -aunque
nadie lo sabe con precisión- que solo con el dinero que circula por
los mercados financieros internacionales se podrían comprar diez
veces la totalidad de productos y servicios ofertados en los mercados
de todo el mundo. Nosotras, sin embargo, sabemos en todo momento con
exactitud cuántas canicas circulan por nuestra comunidad:
exactamente cero. No nos hace falta recurrir a ninguna fórmula
algorítmica para calcular nuestro cómputo global de canicas porque
cada intercambio en la comunidad se registra como un apunte contable
de débito y otro de crédito, es decir, cada intercambio suma cero
canicas. Por lo tanto, todos los intercambios realizados dentro de la
comunidad sumarán siempre un total de cero canicas 18.
Y, sin embargo, la comunidad podría haber generado con estos
intercambios bienes valorados en millones de canicas.
De la imposibilidad
de tener canicas se deduce la imposibilidad de prestar canicas, deber
canicas, pagar canicas y otras alucinaciones similares provocadas por
nuestro lenguaje inconsciente. La mejor manera de convencerse de que
lo teorizado hasta ahora es cierto es ponerlo a prueba en la
práctica, usando el sistema de crédito mutuo para intercambiar
canicas, como si de verdad pudieran tenerse. Una operación de
intercambio de canicas se registraría en el sistema exactamente
igual que la operación de intercambio del libro de Laura y Jose. En
la casilla descripción de la operación, Laura y Jose anotaron libro
y en la casilla valor anotaron 10. Automáticamente, el sistema
realizó un doble apunte: +10ç en el saldo de la cuenta de Laura,
(que entregó el libro y, por lo tanto, obtuvo un crédito de
productos valorados en 10ç en la comunidad) y -10ç en el saldo de
la cuenta de Jose (que recibió el libro y, por lo tanto, contrajo
una deuda con la comunidad de productos valorados en 10ç). Si
quisiéramos que el producto intercambiado sean diez canicas
valoradas en 10ç en lugar de un libro valorado en 10ç, bastaría
con cambiar en la casilla descripción el concepto libro por el
concepto diez canicas. Nos encontraríamos inmediatamente con varios
absurdos ruinosos. En primer lugar, ¿dónde están las diez canicas?
Inútil mirar en los bolsillos. Si las canicas existen, desde luego
no es en un estado sólido de la materia, como los billetes o los
metales acuñados. ¿Dónde están entonces las diez canicas, en los
saldos de las cuentas? Obviamente, no. Igual que sucede con un libro
o con cualquier otro producto, quien supuestamente dio las diez
canicas tendrá anotado +10ç y quien supuestamente las recibió
-10ç. ¿Dónde están las canicas, pues? Estén donde estén, lo
cierto es que no las podemos tener. El absurdo se agiganta si nos
preguntamos para qué querría nadie estas diez canicas
fantasmagóricas. ¿Para adquirir un producto (un libro, por ejemplo)
valorado en 10ç que incrementará el saldo negativo en otros -10ç
en lugar de balancearlo a 0ç? Intentar tener diez canicas es cosa de
locos 19.
Es como intentar agarrar aire con la mano.
Epílogo
Cuando decimos que
intentar tener canicas es como intentar agarrar aire con la mano lo
decimos en un sentido mucho menos retórico de lo que parece. Sucede
que este dinero alternativo, que existe pero no se ve ni se puede
tener, está sustancialmente hecho de palabras. Es un acuerdo verbal,
es aire que se registra en un soporte material mediante la anotación
de símbolos arbitrarios, es decir, aire convertido en escritura. El
primer dinero de la historia de la humanidad fue muy probablemente un
sistema de crédito mutuo escrito en tablillas de arcilla.
La noción del
dinero como un acuerdo social no es nueva. Aristóteles ya la formuló
en su Política hace 2.300 años. Esta noción sitúa al dinero en la
esfera del lenguaje, como una especialización de éste en el ámbito
de los intercambios económicos, y pone en primer plano la relevancia
del tema de este artículo.
Lejos de lo que
establecen los manuales convencionales de economía, los metales
acuñados y los billetes posteriores a las tablillas de arcilla no
son un perfeccionamiento de éstas ni la consecuencia de un salto
evolutivo en la capacidad de abstracción del ser humano. Desde
luego, no si se identifica el término evolución con mejora. Los
metales acuñados y los billetes son todo lo contrario a la
abstracción, son una materialización del dinero 20
y representan una regresión histórica de 500 años 21
en la comprensión social del dinero de la que quizá ahora podamos
empezar a salir. Hace tan sólo 40 años todas las monedas
occidentales eran metálicas, estaban basadas en el patrón oro 22.
En la actualidad, ni siquiera hay un patrón papel. El dinero
capitalista es prácticamente humo. De todos los euros existentes hoy
en Europa sólo un 10% son euros en efectivo, es decir, billetes y
monedas de euro 23.
Además, los bancos de la Unión Europea sólo están legalmente
obligados a tener el 2% de efectivo en caja de los saldos de nuestras
cuentas 24.
Si damos la vuelta a estos porcentajes y los expresamos en términos
de euros que no existen en efectivo 25,
nos encontramos con que entre el 90% y el 98% de los euros que
circulan diariamente a través del sistema bancario de la Unión
Europea son euros como la canica. No se pueden tener. Las operaciones
efectuadas con tarjetas de crédito, transferencias, domiciliaciones
de recibos, etc., no son más que anotaciones en cuentas que restan o
suman el valor en euros de productos intercambiados. ¿A qué nos
suena esto? La comunidad del euro no es más que un masivo sistema de
crédito mutuo trucado. Cuando vamos a una librería y compramos un
libro valorado en 10 se anotan -10 en nuestra cuenta bancaria; cuando
vamos a una frutería y compramos plátanos valorados en diez euros
se anota 10 en nuestra cuenta, etc. Un procedimiento idéntico al de
las cuentas de la canica, con una excepción: cuando vamos a un banco
y compramos euros valorados en diez euros el sistema anota +10 en
nuestra cuenta 26.
El euro es el único producto del sistema de anotación virtual
bancario cuya venta se anota en la cuenta del comprador con un apunte
positivo. ¿Cómo es posible? No lo es. Se ha trucado el apunte, nada
más. Veremos nítidamente cómo y por qué con el siguiente
supuesto. Supongamos que un cliente al que le han anotado +10 en su
cuenta bancaria por comprar euros sólo usa esta cuenta una vez más,
y sólo esa vez, para comprar un libro valorado en 10. ¿Qué pasará?
Que en diez meses, aproximadamente, su saldo será de -11,50. Le
habrán anotado -10 por la compra del libro y -11,50 en cómodos
plazos mensuales de -1,15 (en concepto de principal más intereses de
aquélla lejana compra de diez euros). Lo primero que salta a la
vista es que la adquisición del libro en nuestra comunidad hubiera
resultado en una anotación de -10ç en la cuenta del adquiriente, no
de -11,50ç. Pero ese 15% es una bagatela, una diferencia
cuantitativa. El banco no trucó el apunte para sacar un beneficio
del 15% sobre la deuda principal sino para apropiarse del principal
entero. Después del trucaje, la diferencia sustancial, no
cuantitativa, entre ambos sistemas es que la deuda de productos
valorados en 10ç se tiene con la comunidad mientras que la deuda de
productos valorados en 11,50 se tiene con el banco. Si el usuario del
euro no puede balancear el saldo negativo y dejar a cero la cuenta,
el banco le arrebatará bienes valorados en 12,30 (hemos sumado ya
los intereses de demora). Si el usuario de la canica no puede
balancear un saldo negativo, la comunidad se hace a un tiempo
acreedora y responsable solidaria de la deuda. En síntesis, la
comunidad del euro no es más que un masivo sistema de crédito mutuo
trucado para privatizar un crédito que pertenece legítimamente a
toda la comunidad. Si el método de anotación no estuviera trucado,
las usuarias se percatarían enseguida de lo absurdo que es comprar
moneda en un sistema de crédito mutuo, donde el dinero no es un
medio de cambio sino una unidad de medida de valor. El apunte
negativo de nuestras compras innecesarias de euros acabará siempre
aflorando, pero diluido ya en el tiempo, fragmentado y mezclado entre
otras decenas de apuntes para pasar lo más desapercibido posible.
La expresión compra
innecesaria de euros nos conduce a la pregunta: ¿hay compras
necesarias de euros? Nos referimos a la porción de euros que sí son
medio de cambio, a los euros en efectivo, no a esos símbolos de
sistemas de anotación en cuentas telemáticas con los que
registramos entre el 90% y el 98% de nuestros intercambios de
productos. La respuesta es no. De los euros que sí se pueden tener
en la mano, y que representan sólo entre el 2% y el 10% del total de
euros anotados en el sistema, se podría prescindir sin problema. En
la U.E. hay medios tecnológicos de sobra para mantener un sistema de
crédito mutuo al 100%. ¿Por qué continúa emitiéndose moneda
metálica? La moneda metálica es imprescindible sólo para una cosa:
para perpetuar en el inconsciente de las comunidades de usuarios la
falsa idea de que una moneda es necesariamente una cosa material,
tangible, que se puede tener 27.
Porque esta es la condición para que el dinero se pueda comprar y
vender con un margen de beneficio: que se pueda tener. El dinero en
efectivo sobrevive en la Europa del siglo XXI como una forma de
manipulación del lenguaje. Esta es su principal razón de ser, muy
por encima de su anecdótica utilidad para evadir impuestos.
A propósito de los
impuestos, es el momento de incidir en una parte de nuestra
definición de dinero, aquella parte que dice: por acuerdo libre de
su comunidad de usuarios o por coerción de una organización. El
euro es la moneda que más circula en los mercados de la Unión
Europea porque los habitantes de este territorio están obligados a
pagar impuestos y multas del Estado con ella, no porque sea una
moneda predilecta. Esta es la forma en que el dinero capitalista se
fue inoculando en las venas de la sociedad a partir del siglo XVI,
violentamente, por la vía tributaria. El negocio de Estados y bancos
siempre fue la extorsión y de esta época data su hermandad, su
alianza estratégica mantenida sin fisura hasta nuestros días. El
lenguaje de la coerción sólo requiere el modo imperativo del verbo
para hacerse entender. Pero la violencia, por sí misma, no es
garantía de estabilidad. Así que, alrededor del siglo XVI, estas
organizaciones criminales empezaron a comprender que los regímenes
basados en el monopolio de la violencia sobre un territorio se
perpetuaban mejor convenciendo a las víctimas de que su condición
miserable era fruto del libre acuerdo, no de la coerción. La
doctrina del Leviatán, según la cual la cesión de la libertad
individual al Estado es un pacto social a cambio del que se obtiene
seguridad, se sembró poco después y continúa dando fruto ahora 28.
Y en estas andamos, firmando a diario pactos libres entre iguales que
nos convierten en esclavos: el contrato hipotecario, el contrato de
trabajo, el contrato social.
¿Sabemos lo que
firmamos? Claro que no. El número de europeos del siglo XXI que
realmente tiene una pista sobre cómo se fabrica y se pone en
circulación un euro es menor en relación proporcional al número de
europeos del siglo II antes de cristo que sabía cómo se acuñaba y
se ponía en circulación un denario romano 29.
Las comunidades sometidas al imperio romano acostumbraban usar su
propio dinero al margen del dinero emitido por las autoridades para
multitud de transacciones, sobre todo para sus intercambios
cotidianos. ¿Por qué somos la sociedad que menos entiende de dinero
de la historia y sin embargo somos la sociedad que más depende de
él? El euro no es uno más de los contratos fraudulentos que
firmamos diariamente y que son máscaras de la coerción. Recordemos
que el dinero es causa y efecto, es lenguaje, una creación social
que tiene la capacidad de modelar la sociedad, nuestra forma de
pensar. Un dinero que no se comprende modela una comunidad ignorante.
Un dinero controlado por élites modela comunidades sumisas.
La imagen que mejor
retrata a una comunidad ignorante y sumisa es una cola ordenada de
millones de personas esperando a depositar su voto en una urna para
elegir representantes parlamentarios. Sumisa, porque las elecciones
de representantes cada cuatro años no son más que las ceremonias de
renovación cuatrienal de una renuncia fatal: la renuncia a la
capacidad de decidir. Ignorante, porque a esa ceremonia litúrgica de
la renuncia a decidir le llaman democracia. ¿Cómo llegó a designar
la palabra democracia lo contrario de lo que debería significar?
El lenguaje no solo
es el elemento por el cual dotamos de sentido a nuestra realidad
inmediata, sino que también nos constituye como sujetos, articulando
nuestras identidades, individuales y colectivas. Por lo tanto,
adquiere automáticamente un marcado sentido político. A su vez, es
una construcción social que se reproduce y reconfigura
constantemente. Es plástico y maleable, como la propia identidad
subjetiva.
Ante el centrifugado
de lo real y el vacío de sentido que promueve el poder acaso sea la
revolución devolver el significado a las palabras, provocar un
desplazamiento de los significados para el que no hallaríamos
genealogía alguna 30.
En un sentido
estrictamente genealógico, sufrir una dictadura es vivir al dictado
de palabras ajenas, de palabras de otros. Quien no es capaz de
señalar y discutir estas palabras no puede alcanzar una comprensión
de la realidad distinta a la dictada.
Y toda revolución
comienza así, como una comprensión distinta de los fenómenos
sociales cuya puerta de acceso es el lenguaje.
No podemos tener
canicas.
Malouney.
1El grado de polución se destaca más al comparar cada frase con una versión equivalente pero en desuso: Mi hijo Juan es muy bueno; la fruta es saludable; ser amable no requiere esfuerzo.
2Más
aún, es muy probable que el dinero fuera la musa de la creación de
la escritura: los vestigios más antiguos conservados de escritura
son apuntes contables. Parece ser que la palabra trigo no la
escribió por primera vez un poeta sino un recaudador de impuestos.
3La
esclavitud no es sólo la conversión de una persona en objeto. Es
aún peor, es la conversión de una persona en mercancía, en objeto
intercambiable. Hubo lugares de la antigüedad en que esta mercancía
en cuestión se hizo tan popular que llegó a convertirse en dinero,
es decir, en una mercancía de referencia para fijar el precio de
otras mercancías y en un medio de cambio (este barco vale 100
esclavos, esta finca 50 esclavos, etc.) Los prisioneros de guerra
eran reducidos a la esclavitud pero la guerra no fue la única ni la
principal cantera de esclavos de la antigüedad. La principal
cantera fue la deuda con prestamistas. Sobre esta cuestión
recomendamos el excelente libro de David Graeber En Deuda (una
historia alternativa de la economía). Destino cruel el de quien por
no poder pagar mercancía se convierte en mercancía.
4El
ganado vacuno también fue usado como dinero.
5Citando
a Heidegger: El hombre actúa como si fuera el creador y el dueño
del lenguaje, cuando es éste su señor. [] es bueno que uno sea
cuidadoso con la propia habla. Pero esto solo no puede sacarnos de
la inversión, de la confusión sobre la verdadera relación de
dominio entre el lenguaje y el hombre. Pues de hecho es el lenguaje
el que habla. El hombre empieza a hablar y el hombre sólo habla en
la medida en que responde al lenguaje y se corresponde con él, y
sólo en cuanto oye al lenguaje dirigirse a él, concurrir con él.
Martin Heidegger. Poéticamente habita el hombre, 1954.
6Texto
extraído de un manual anónimo de hábitos de vida saludables.
7Por
productos entendemos bienes y servicios.
8¿Es
útil la función de acumulación de capital? Sí, siempre que esta
función se use para aquello en lo que es específicamente útil:
facilitar intercambios de capital no financiero (bienes inmuebles,
maquinaria pesada, tierras de labranza, etc.) También, por ejemplo,
para facilitar intercambios intercomunitarios de materias primas (en
el argot capitalista, exportaciones e importaciones). No hay que
confundir la función de acumulación de capital del dinero con la
circunstancia coincidente de que una moneda, como el euro, también
se pueda acumular. Como veremos más adelante en este mismo
capítulo, una moneda no acumulable como la canica puede funcionar
también como acumulador de capital.
9El
más famoso, el de la localidad austriaca de Wörgl, en 1932,
prohibido y desmantelado por el Estado en 1933 para proteger la
moneda oficial de su banco central, el Schilling.
10Un
nombre más meticuloso para estos sistemas sería sistemas de
crédito y débito mutuo. Las monedas de los sistemas de crédito
mutuo son también monedas de dos caras (crédito y deuda) ya que
quien concede un crédito genera automáticamente una deuda. Sin
embargo, si atendemos al origen etimológico de la palabra crédito
(credere, creer, en un sentido más cercano a tener confianza) la
denominación sistemas de crédito mutuo es adecuada. Sistemas de
confianza mutua sería aún mejor, en nuestra opinión, aunque
continuaremos usando la denominación por la que estos sistemas son
más conocidos.
11Al
principio de este capítulo hablábamos de la miopía de los
manuales de economía que definen el dinero como un medio de cambio.
La miopía pasa directamente a la tendenciosidad cuando definen el
dinero como un medio de pago, como hacen muchos.
12Como
aún no hay acuerdo asambleario sobre el símbolo de la canica,
usaremos provisionalmente la cedilla (ç).
13Si
Jose tuviera en el mismo momento del intercambio un producto por
valor de 10 canicas que le interesara a Laura, se hubieran limitado
a hacer un trueque.
14Esto
no es posible ni siquiera deseable, de momento. Por acuerdo de la
Asamblea de nuestra comunidad, las socias no pueden deber productos
por valor de más de 300ç ni pueden ser acreedoras de productos
valorados en más de 300ç. Planteamos el caso hipotético del piso
para apoyar el argumento de que una moneda no acumulable puede
servir como acumulador de capital, si una comunidad de usuarias lo
acuerda así.
15La
palabra euro en este artículo puede interpretarse también como
sinónimo de moneda capitalista, intercambiable por dólar, yen,
etc., salvo en las ocasiones en que el contexto geográfico se ciñe
a los territorios de la U.E.
16Para
una mayor claridad expositiva, en todos los casos hipotéticos en
que se cruzan valores en canicas y euros partiremos de una paridad
tácita de 1:1 que no tiene por qué darse en la vida real. Lo
importante aquí no es la proporcionalidad entre el valor medido en
euros y el valor medido en canicas de un objeto (un libro, por
ejemplo) sino que se comprenda que tanto canicas como euros se están
usando como unidades de medida del valor del libro.
17Canica,
metro y kilo son unidades arbitrarias de medida aceptadas de mutuo
acuerdo por la comunidad para medir el valor, la longitud y el peso
de los productos que intercambiamos.
18El
intercambio de un libro valorado en 10ç suma cero canicas en la
comunidad (+10ç en la cuenta de Laura y -10ç en la cuenta de
Jose). Una compraventa con pago en euros es completamente diferente.
En la contabilidad particular de Laura y Jose vendría a ser lo
mismo, +10 y -10, pero en el cómputo global de la comunidad de
usuarios del euro hay que anotar un +10 adicional, que corresponde a
los diez euros que han sido impresos, fabricados como medio de
cambio para que pueda efectuarse el pago. Este +10 se lo apunta el
banco normalmente. La cosa no es tan simple, claro. Lo normal es que
Laura y Jose usen para el pago un billete de diez euros que ha sido
usado anteriormente en cientos de ocasiones para otros pagos, no uno
creado expresamente para la ocasión. Esta circunstancia reduce
significativamente la anotación de +10 en el cómputo global de la
comunidad de usuarios del euro pero mantiene intacta la dinámica de
acumulación desigual de dinero capitalista entre los miembros de
una comunidad. A esta circunstancia hay que añadirle otro factor,
la estafa legal conocida como reserva fraccionaria bancaria, que
permite a los bancos hacer préstamos de euros que no tienen por una
cuantía del 98% del valor facial de los euros en efectivo que
tienen depositados en sus cajas fuertes.
19Un
espabilado que intentara estafar a la comunidad jamás intentaría
tener diez canicas. Activaría una cuenta falsa para anotar el
intercambio de un producto imaginario con su cuenta auténtica,
generando así de forma fraudulenta un crédito con la comunidad de
productos valorados en 10ç.
20En
concreto, su materialización mercantil, su mutación en mercancía.
21El
auge de la conceptualización materialista del dinero mercancía se
puede situar a principios del siglo XVI, justo tras el
descubrimiento de América y la explotación salvaje de los recursos
de plata y oro del continente virgen. Fue en esta época cuando
empezaron a forjarse los grandes monopolios capitalistas y estatales
que nos dominan hoy. No es casualidad. Los períodos de la historia
en que ha proliferado el dinero mercancía son períodos
caracterizados por el dominio sobre la población de férreas
estructuras estatales militarizadas en connivencia con monopolios
económicos (comerciales, bancarios, industriales).
22El
gobierno de Estados Unidos sacó al dólar del patrón oro
internacional en 1971, durante el mandato presidencial de Nixon.
23A
este porcentaje se le denomina coeficiente de efectivo. Incluye los
euros en efectivo guardados en las cajas de los bancos y los
guardados fuera de ellas (en las billeteras, en el cajón de la
cómoda, debajo del colchón, etc.)
24A
este porcentaje se le denomina coeficiente de caja. Cada vez que un
cliente A deposita un billete de 10 euros en una cuenta bancaria el
banco puede hacer un préstamo a otro cliente B de 9,80. El efecto
se multiplica cuando los 9,80 de B van a parar a la cuenta de C para
realizar un pago. Automáticamente, el banco puede hacer otro
préstamo de 9,60 a D, etc. Al final, si todos los clientes del
sistema bancario decidieran convertir simultáneamente su saldo en
euros en efectivo sólo podrían percibir, entre todos, un 2% del
total de sus depósitos. Es un clásico esquema de estafa piramidal,
basado en la improbabilidad estadística de que todos los clientes
del sistema vayan a querer retirar sus fondos a la vez.
25Una
óptica estadística que el banco central europeo y los estados
miembros evitan a toda costa.
26Un
préstamo con intereses no es más que una venta de dinero a plazos.
El siguiente pasaje de la extraña novela titulada El atraco del
milenio, lo explica concisamente: La esencia de un préstamo es que
la cosa que fue entregada sea exactamente la misma o, por lo menos,
indistinguible de la cosa que se devuelve. Doy por hecho que, si
presto un par de huevos a mi vecino, éste no me devolverá los
mismos dos huevos que le entregué. Espero dos huevos muy parecidos.
Igual me pasa con el dinero. Doy por hecho que, si presto diez
dólares a un amigo, éste no me devolverá el mismo billete que le
entregué. Espero diez dólares muy parecidos. Los bancos, sin
embargo, esperan 11,50$. Y eso no es un préstamo, Jim. Eso es una
venta a plazos, con la peculiaridad de que la mercancía en venta es
a la vez el medio de cambio. Un préstamo de 10 dólares con un
interés del 15% es en realidad una compra a plazos de 10 dólares
por el que te han cobrado 11,50$. De muy pocas mercancías se puede
decir con tanta certeza como del dinero que te han cobrado mucho más
de lo que vale pero de ninguna se puede decir con tanta precisión
cuánto te han cobrado de más. Quizá por eso siguen llamando
préstamo e interés a lo que no es más que venta de dinero y
margen de beneficios, para que la gente no vea tan claramente que le
están cobrando 160.000$ por billetes de dólar valorados en
100.000$. Albert Mason. El atraco del milenio.
27También
para evadir impuestos, por supuesto. Una moneda que circula por
cuentas telemáticas nominales es rastreable. El dinero en efectivo
es moneda anónima que no deja rastro de sus usuarios anteriores.
28El
célebre Leviatán de Hobbes se publicó en 1651.
29No
hay forma de probar esta afirmación -de la que, por lo demás,
estamos convencidos- pero al enunciarla no se trata tanto de
establecer un hecho como de poner a prueba nuestros conocimientos
sobre el euro. ¿Qué sabemos del euro?
30Antonio
Orihuela Parrales. El Lenguaje Secuestrado. 2013. Revista Estudios,
número 3.
http://lacanica.org/category/articulos/
Y de paso aprovecho para recuperar los dos primeros cuadernos de economía de la canica: